¿Dónde está Santiago Maldonado?





Hace dos meses y ocho días que no tenemos rastros sobre Santiago Maldonado. El joven desapareció luego de que gendarmería reprima la protesta mapuche en la que estaba participando. Eso ocurrió en un corte que se realizó en la ruta 40, a la altura de Cushamen, en Chubut. En todo este tiempo no se pudo obtener ni un solo dato concreto, y los pocos testigos que brindaron información a la causa, aseguran que la última vez que lo vieron, se lo llevaba gendarmería. Más que eso, no hay.


Todos sabemos algo: desaparecer y perderse, no son sinónimos. Un extravío de persona es una situación particular. Y una desaparición forzada es un delito que está tipificado en el Código Penal (artículo 142 bis). Ahí dice que una desaparición forzada tiene que ver con el accionar de funcionarios o empleados públicos que, actuando con la autorización o en representación del Estado, privan de la libertad a una persona. Este tipo penal, incorpora otros elementos, como la falta de información sobre el paradero de la persona, la negativa del Estado a reconocer la privación de esa libertad o la negativa a informar sobre el paradero.


Desde los medios masivos de comunicación, se intentó desde un principio, instalar la idea de politización del caso. Y eso, en parte, es cierto. Pero es sólo un recorte de la realidad. El caso, es político desde el minuto cero. La decisión de cortar una ruta fue un reclamo político, como también lo fue la orden de reprimir. Entonces: ¿De qué estamos hablando?. Desde el mismo gobierno politizan el caso. La misma Patricia Bullrich, remarcó en varias oportunidades que "la policía hace lo que tiene que hacer" para "mantener el orden democrático". ¿Queda alguna duda?. Si hay desorden sin aviso, que se reprima, dice su inaplicable protocolo anti-piquete.


En medio de este contexto, el sindicato docente Ctera puso en circulación un comunicado en el que explicó su interés de llevar a las escuelas la desaparición de Santiago. Se entregó un instructivo a todos los docentes para tratar el tema en los distintos niveles: jardín, primario y secundario. La polémica no tardó en llegar, y algunos padres expresaron su desacuerdo con énfasis y bronca.


Los docentes, en su mayoría se mostraron de acuerdo con la propuesta para hablar en su pizarrón sobre la desaparición de una persona en plena democracia. La decisión de Ctera fue manoseada, utilizada para desviar el fin que proponía: concientizar a la juventud acerca de la realidad por la que atraviesa nuestro país. Y además de ser una propuesta interesante, al mismo tiempo que acertada. Es que utilizar el ámbito educativo para reflexionar sobre el presente y el pasado, es indispensable si anhelamos una sociedad comprometida. Invitar a los más jóvenes a trazar un paralelismo entre la interpretación que hacen los distintos medios de comunicación y los hechos concretos, es una manera de enseñar a pensar y proveer de herramientas para que cada joven arme una opinión propia. 


Todas las marchas que se hicieron por Maldonado, tuvieron un objetivo homogéneo: exigir su aparición con vida. La asistencia, en cada ocasión, fue multitudinaria. El reclamo se expandió a nivel mundial, pero todo quedó empañado por un grupo minoritario que ocasionó incidentes y "justificó" la violencia que ejercieron las fuerzas de seguridad sobre ellos.


"La policía hace lo que tiene que hacer", dijo alguna vez Patricia Bullrich.


En la actualidad, las manifestaciones masivas son desprestigiadas por los grandes medios de comunicación. En realidad, las manifestaciones que ponen en juego la imagen del gobierno son desprestigiadas por los grandes medios. Desde hace un tiempo, la interpretación que hacen, insiste en calificar al reclamo social como algo inútil, incoherente y destructivo, cuando en realidad no lo es. Pero tienen poder sobre los receptores débiles, causan efecto, y eso sirve.


Cuando un sector manifiesta o expresa el incumplimiento de un derecho de manera pública y masiva, espera que el resto muestre solidaridad con el reclamo. La desaparición de Santiago exige una respuesta del Estado, y también busca empatía con los demás sectores, al fin y al cabo somos todos seres humanos. Porque si hablamos de mayoría, los movimientos sociales tienen demandas generales, no sólo particulares de unos u otros, son estructurales: luchan por lograr igualdad y justicia social.


La sociedad está fragmentada, pero como humanos y por respeto a nuestra historia, el sentimiento de identificación en la causa del joven, es un hecho que debería terminar con lo que una vez, uno de por ahí, catalogó como "grieta". Sin resultados positivos, algo quedó evidente: seguimos divididos. Por eso, los que queremos saber qué pasó con Maldonado, pedimos respeto. Es probable que más de una persona no comprenda la importancia que tiene salir a la calle como recurso de presión social, y es tolerable. Pero algo tiene que quedar claro: la presión social es el mecanismo más democrático que tenemos como pueblo para hacernos escuchar, expresar nuestro descontento y exigir que se hagan cargo cuando hacen oídos sordos.


Desde diciembre de 2015 a marzo de 2017 el Gobierno reprimió una vez cada seis días, eso es una decisión política. La desaparición de Santiago ocurrió después de una orden que recibió gendarmería para reprimir un reclamo mapuche en la Patagonia. Hablar de Santiago Maldonado es político, pero no te posiciona en ningún sector político. No creas lo que dicen los que nos quieren divididos. No hablar de Santiago Maldonado, también es político, y eso sí te posiciona como tibio, la posición más cómoda que puede tomar una persona en la sociedad. Que la Ministra de Seguridad, en medio de la desaparición, salga a decir que apoya y confía en gendarmería, es una postura política. Pero lo más triste es que refleja el ideal de orden autoritario y represivo que quiere imponer. Ella lo dijo: el espacio público se defiende con autoridad.

Nosotros, por favor, no lo naturalicemos. 

¿Dónde está Santiago Maldonado?

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Redes políticas

Más educación, menos balas